Des-Tapa2 con sabor a queso: Cheese Bar

No, no nos hemos vuelto locos y hemos decidido trasladar nuestra residencia a Francia, ni nos ha dado por ser productores de queso ecológico; aunque bien pensado, sería una buena idea. La de trasladar nuestra residencia a Francia, lo de producir queso... ; no me veo en las montañas pasiegas levantándome a las seis de la mañana para ordeñar el ganado, pasteurizar la leche, hacer cuajo y toda la elaboración que conlleva. Pero lo de Francia... ; un momento que tengo que hacer una llamada a mi partener.

Voy a dejarme de desvaríos, y centrémonos para lo que hemos venido aquí; hoy destapamos: Cheese Bar, o mejor dicho: Poncelet Cheese Bar!!!

Se trata de un nuevo local, con aires modernistas no sin dejar de pecar en lo rancio que nos pueda inspirar en ocasiones el barrio en el que se encuentra (José Abascal 61), en el que la entrada no sugiere lo que te encuentras pasado la barra una vez instalados en el comedor propiamente dicho.

Que conste mi critica no destructiva al barrio, soy un enamorado de la zona, máxime cuando fue el sitio donde me crié y aprendí que si me caía con la bici daba igual lo “desholladas” que tuviera las rodillas, debía continuar pedaleando.

Tras pasar la entrada, y un "comedor-pasillo", llegamos al salón principal donde además del intenso olor a queso (obvio), destaca el jardín vertical que preside una de las paredes (artificial, que no nos engañáis), además de la barra con multitud de quesos de diferentes tipos.


Y llega el momento de pedir, vueltas y más vueltas a la carta, indecisos por no saber que probar... , lo queríamos probar todo, pero había que decidirse y finalmente nos decantamos, en el último momento por el menú degustación. O_o

Por lo elaborado del menú y la cantidad de platos, paso a enumerarlos y así no nos perdemos en la "degustación":

Aperitivos:
1. Mejillón al kimchi.
2. Bombón de queso manchego.
3. Falso Gnocchi asado de queso zamorano.

Primera Sugerencia:
4. Tomate en almíbar oriental.

Continuamos:
5. Esfera fluida de queso majorero.

De la mar:
6. Trío de bacalao salvaje de anzuelo.

De la granja:
7. Pechuga de pato del delta del Ebro.

Nuestros quesos:
8. Tabla de tres quesos (según el maitre fromager).

Para terminar:
9. Sorbete de frambuesa.

Y este "pequeño" menú, marinado con dos estupendas (como no) cervezas: La Virgen (probadlas, en serio, no tienen desperdicio; además, que está hecha con amor).


¿Detallamos cada uno de los platos?, no es mi intención aburrir al personal dando pelos y señales de cada uno de ellos, pero si vamos a hacernos una idea general de lo que es éste menú degustación; si queréis saber más, id y probadlo, merece muy mucho la pena la relación calidad-precio, junto con las sensaciones que producen cada uno de los platos.

Todas y cada una de las recetas son elaboradas con queso, siendo su fuente principal, y quizá por ellos en los aperitivos se quedan cortos en conjunto, porque enmascara el sabor del queso ofrecido y del producto que en teoría debería ser el acompañante perfecto. Quizá demasiados intensos los sabores del queso.

El tomate es bueno y tiene buen sabor, pero otra vez se queda enmascarado por el sabor del queso; no ocurre así en la esfera, la que es una auténtica sorpresa notar como explotar en la boca y se desmoronan los sabores tan justamente elegidos.

El trío de bacalao tiene truco, no vayan a pensar que se trata de tres tipos diferentes de bacalao (aquí un vasquito en potencia casi tiene un master en baKalao), es la presentación y forma de cocinado lo que produce ese trío tan espectacular de sabores.

Vamos con la pechuga de pato, arriesgado por ser pechuga y pato, pero el intento lo superan con nota aunque no es sobresaliente.

La tabla de quesos... , quizá hubiera sido mejor como aperitivo para poder degustarlos en plenitud, ya estábamos demasiado llenos para poder saborearlos como se merecían. Si destacar que uno de ellos tenía una intensidad demasiado elevado, y se hacía complicado comer sin ningún acompañamiento.

Y llegamos al postre, desfallecidos de comer, pero con ganas de seguir probando. Muy rico, muy ligero, con un sabor auténtico a frambuesa, se notaba la calidad de la materia prima.

La presentación de todos los platos fue muy buena, y la atención del personal y explicaciones de cada plato fue adecuada, aunque si deben tener en cuenta que en la mesa se encontraban dos comensales, no sólo uno (pequeño detalle sin importancia, que me hizo en ocasiones pensar si era invisible; se que mi compañero es irresistible, pero ¿Hola?, soy como Teruel, también existo).

Y hasta aquí nuestra aventura gastronómica de nuevo por Madrid, en la próxima ¿seguiremos en Madrid?, estén atentos a sus "pantallas".

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